Hasta que los hermanos Wright consiguieron hacer volar un arcaico avión, el gran sueño del hombre había sido alcanzar el cielo. Hoy, más de cien años después, Castellnovo te ofrece otras posibilidades de conseguir el mismo fin. Ahora bien, con unos aparatejos que no fueron pensados para atravesar las nubes: los coches. ¿Y cómo?, os preguntaréis. La respuesta está frente a la cooperativa: de la noche a la mañana, como si de un hecho mágico se tratara, la carretera ha aparecido atravesada por un extraño cuerpo que algunos llaman badén mientras otros se acercan entre improperios al mecánico.
Queridos conciudadanos. Demos la bienvenida a un nuevo vecino. Y acostumbrémonos a su existencia. Más nos vale, o nos va a salir caro. Más de uno ya ha probado sus mieles. Las suspensiones gritan de dolor, los bajos de los vehículos sangran y, lo más importante, quienes conducen sienten esa extraña sensación en el pecho que sintieron los hermanos Wright al despegar.
Sí, tú no eres el único que ha estado a punto de acabar en la Ermita o en Segorbe, según se vaya o se venga, al pasar por tan inesperado elemento. La Diputación de Castellón, presidida por Javier Moliner, del Partido Popular, ha decidido colocar en la carretera CV-200 que une Segorbe y Castellnovo un badén que ha sorprendido a propios y extraños. Nadie se ha preocupado demasiado por señalizarlo convenientemente. No sobra tan solo con una señal de obras y de limitación de velocidad, principalmente de noche, y menos aún cuando todavía no estaba pintado. En los últimos días, quienes han salido o entrado del pueblo se han topado con este inesperado resalto que en algunos casos ha hecho mella en sus bolsillos y que podía haber ocasionado accidentes más graves que, por fortuna, no tenemos que lamentar.